Solo un
recurso para liberar el sonido que evoca
la caja de resonancia y retumba en mí.
Solo el
lugar donde escribir los signos de las pulsaciones “dilatadas” y
como varia el compás.
Solo
reconocer las lluvias y el rumor del agua que corre, o entre nubes,
el viento que traslada mi “canto”
de cada uno de los parajes que retrata
la memoria.
Solo
grabar la voz del animal en celo que busca hasta fecundar el aire.
Solo
pertenecer al suspiro que perfuma la brisa
para adivinar como es la música y ahí
mismo,
“el espectador” y su virtud, a través de
los sentidos
compone con lo que vibra, “la canción de
cuna” o
“difunde vagamente la melancolía”.
Solo el
grito de la desesperación puede llenar los espacios de angustia.
Solo el
movimiento de tus labios conjuga con la expresión de tu garganta y
modula “el runrún” del instrumento más
versátil.
Solo la
“composición con su lírica profunda” reinventa cada emoción.
Solo
variar con fines armónicos la celebración de la vida y traducirlo al
lenguaje de “la música de ahí, adentro”.
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